Mejor no enterarse {Vi^^}

Le preocupa la familia. Hace ya algunas semanas sentía que todo estaba diferente con ellos, lo notaba por la falta de noticias sobre sus padres y por los constantes comentarios de su hermano sobre que todo los de “Están bien, no te preocupes”. Él era un pésimo mentiroso.
Sabía que algo iba mal, después de todo, mis padres no se habían casado por amor, sino más bien por un acuerdo entre familias de sangre pura, y era esa la misma suerte que me esperaba. Estaba preocupada sí, pero hubiera preferido no enterarse, a sentirse como se sentía ahora.

En la hora de la cena, hace como una hora, habían llegado un par de lechuzas, casi al mismo tiempo ambas de cada uno de sus progenitores. Aun cuando esto llamo la atención, solo las guardo en su túnica y comió rápido aguantando la incertidumbre. Pues al terminar, corrió hacia la torre para leer, allí podría estar sola con sus pensamientos luego de enterarse del contenido de ambas cartas, sabía que no serian nada bonitas.

Abrió primero la de su madre, con los dedos temblorosos. Y averiguo que sus sospechas estaban en lo correcto, ella y su padre se habían divorciado, además el único abuelo que tenia aun con vida, acababa de morir y era eso lo que los había empujado a separarse, además ahora ella estaba saliendo con alguien, todo había terminado tan mal que ahora no podían ni verse. Rebecca se sentía herida, no solo porque se hubieran separado, si no porque habían tenido la frialdad de decírselo por carta, como si no fuera un gran problema, como si no representara ningún problema.

Apoyó ambos codos en el borde y miro el paisaje, era hermoso pero con los ojos llenándosele de lagrimas a penas y podía notarlo.

Los pasos subiendo por las escaleras la alertaron, pero ya era muy tarde para esconder las lágrimas o para hacerse la fuerte. No era una persona fuerte. Era egoísta, si lo era y ese pensamiento no dejaba de rondar por su cabeza. Sus padres jamás volverían a estar juntos y para ellos Rebecca no era ningún problema pues “era madura, y conoce sus deberes” ¡Si claro! Esos malditos deberes como sangre pura. Todo era tan odioso que llegaba a doler.

No lloraba porque sus padres no tuvieran tacto, ni porque ya no eran una “familia”- nunca lo habían sido y estaba bien- Lloraba porque ya lo veía venir. Un prometido, luego una boda y finalmente un heredero. Pero la rubia no quería eso, no lo quería en absoluto.

De repente, una mano tocando su cabello la alerto y dio vuelta avergonzada, pero nadie más oportuno como aquella castaña, no quería que la viera llorar, pero ¿a quién engañaba? No había nadie mejor con quien pudiera desahogarse. Recibió el abrazo y apretó a su hermana contra si, oyendo sus palabras de consuelo.
Limpio con el puño sus ojos empapados, sin embargo, las palabras no salían de su garganta. Y la carta que aun no habría estaba casi hecha trizas en su mano derecha.