Esto no significa que tenga problemas de personalidad (Teddy)

*Rodé por el suelo, esquivando a duras penas la maldición de color morado que buscaba impactarme. Apenas pude retener esa maldición que quería salir de mis labios.*

-¡¡Me cago en...!!

*Tuve que flexionarme y hacer una especie de puente con la espalda para esquivar ese contraataque, esperé y me impulsé con las manos dando una voltereta en el aire, aprovechando la distracción de mi oponente logré soltarle una patada en la cara. Sonreí con maldad, casi como un felino. Me encantaba usar las técnicas de Capoeira que había aprendido en mis años de convivencia en el orfanato.

Mi oponente fue a parar al suelo, y desde allí me miró con odio. La verdad es que lo de observar como una copia exacta de mi me mira con odio hace que a veces me plantee si estoy bien de la cabeza. Si, solía conjurar una copia de mi misma tanto o más poderosa que yo, y en versión oscura, para poder entrenar en los duelos. Era un ejercicio fantástico, pero a veces me daba por pensar que lo que tenía era un grave problema de personalidad... podría cambiarle la forma a lo mejor. ¿Pero a quién le pongo? ¿A Beyond? Ni de coña.

Mientras mi doble y yo caminábamos en círculos por el aula vacía sin quitarnos los ojos de encima pensé en aquel chico que había sido el doble de Elle cuando estábamos en el orfanato. Su propio doble oscuro, pero de carne y hueso. Beyond había sido real, y mi doble... mi doble sólo estaba hecha de magia. ¡¡Pero pegaba de lo lindo!!

Esa torta que me acababa de soltar era de lo más dolorosa. Le metí la pierna entre las suyas, buscando desestabilizarla y hacerle perder el equilibrio. Vamos Tory un poquito más, un poquito más, ¡¡Así!! ¡¡Perfecto!! La vi caer, y caí con ella a causa de la inercia, pero yo sobre ella. Sonreí al ver que el triunfo estaba cerca. Desde esta posición no me costó aferrarle el cuello y apretar. Vi como su vida se iba a apagando, para luego después desvanecerse entre mis manos, como la ilusión que era.

Suspiré dejando escapar todo el aire de mis pulmones y me puse en pie, magullada por la pelea. Pero entonces me di cuenta de que no estaba sola... que había alguien que había visto la última parte de la pelea desde la puerta. MMmm vaya que inoportuno,teniendo en cuenta que no estoy lo que se dice muy presentable en este momento. Pero encontré las fuerzas necesarias para sonreírle con algo de ironía.*

-Buenos días, profesor. ¿Ha disfrutado del espectáculo?

La razón por la cual llegué a esta aula en particular es completamente desconocida para mi. Iba yo dando un paseo por Hogwarts en un horario entre clase y clase, que yo usaba para moverme de aquí para allá para ver si podía ser de utilidad en vez de quedarme en la sala de profesores y terminar encontrandome con Victoire. Habían pasado siete meses desde que me había dejado, y aun no podía dejar de sentirme debastado cada vez que veía su sonrisa y sabía que ya no me pertenecía.

Quizás haya sido el ruido, las luces de los hechizos o si nos ponemos metafisicos el destino. Abrí la puerta no con cuidado, pero como Soteria estaba tan ocupada peleando con ella misma era obvio que no iba a notar mi presencia al menos por un momento. Me crucé de brazos en el marco de la puerta, sin cerrarla detrás de mi. Fruncí el ceño por el espectáculo que estaba viendo, tampoco no podía definir quien era la real como para meterme en la pelea, así que solamente preferí mirar hacia el suelo mientras ella se ahorcaba a ella misma, una visión de la cual yo prefería presindir totalmente. Solo levanté el rostro otra vez cuando me habló directamente, solo había una de ellas en ese momento, así que no me costó más distinguir a la real. -¿Debí haberlo disfrutado?- pregunté sin ninguna entonación particular en mi voz, puesto que no era de aquellos en disfrutar peleas a muerte con uno mismo -buenos días señorita Snape, espero haya disfrutado pelear con usted misma- ahora era cuando salía todo mi yo psicologo y que quería ayudar a los alumnos. Pensando en los posibles significados psicológicos que matarse a si misma implicaba para una jovencita de 17 años. Preocupante sin duda antes mis ojos, podría haber hecho que ese hechizo luciera como cualquier otro pero por alguna razón la hizo como ella misma.

*Me quité el sudor de la cara y me quedé muda al ver como me miraba. Como un psicólogo. Rayos no. ¡No necesito un puñetero psicólogo! estoy perfectamente. Lo que acaba de pasar aquí es algo que le pasa a muchas personas... sobre todo a las que salimos de la Wammy. Mira a Beyond, mira a Elle... Me encogí de hombros.*

-La Capoeira es una de las más bellas artes marciales, tiene algo casi como de danza, así que... si, se puede disfrutar viéndola, aunque yo prefiero la práctica, ayuda a liberar tensiones.

*Ah no, no, no me mires como si estuviese loca, Ted Lupin. No me mires así. No estoy loca. ¡Lo mio es normal! Normal... bueno normal del todo no, pero no es síntoma de locura. Es natural que quiera practicar capoeria, para no olvidar. Y ahora me viene mi profesor de Transformaciones, profesor que me ha hecho la puñeta durante años, ahora viene en plan quiero entenderte, quiero ser tu psicólogo. ¡¡No tengo traumas!! Mentira, los tengo, pero esos se quedan donde están, bien enterraditos y sin remover, que ya me ha costado bastante enterrarlos y poder vivir mi vida.*

-Profesor por favor, no me mire así... es lo más normal del mundo que quiera practicar duelo. Nunca se sabe de donde puede salir alguien que quiera matarte, hay que estar preparados para todo. Y bueno, yo misma... porque todos tenemos luz y oscuridad dentro de nosotros. Y así consigo aplacar a mi oscuridad.

*Recogí todo, dejándolo impecable. Pero dudaba que él me creyese. Si fuera Elle lo entendería, es más, me juego lo que sea a que Elle hace lo mismo en su habitación cuando le dejan solo. Si, si con tal de no dormir el señorito hace lo que sea. A menudo pensaba en si los de la Wammy, el orfanato donde crecimos él y yo, eran conscientes de lo que causaban con sus enseñanzas. Uno súper detective, otro súper asesino y yo... una duelista que se anda dando tortas consigo misma de forma literal por las esquinas. ¿Era esto lo que querían hacer de nosotros cuando éramos pequeños? Pero las vivencias, la falta de cariño de la institución, su afán porque fuésemos los mejores.... eso hacía que saliéramos de allí un poco más excéntricos que el promedio de los demás niños. Desenvolví un poco de chocolate y le ofrecí a mi profesor.*

-¿Quiere un poco?