Noche de tormenta {Dominique}

Las nubes distorsionaban la luz pálida proyectada por la luna, el cielo estaba cargado de una promesa de lluvia inminente y cada tanto un relámpago iluminaba las paredes irregulares de la torre. Scorpius sentía una fascinación particular por las tormentas, por el sonido desgarrador de los truenos quemando la tierra que se interponía en su camino y ocasionando un caos abrupto donde antes había reinado la paz. Decían que la naturaleza era sabia y hasta ella estaba de acuerdo en alterar de vez en cuando la armonía cuando todo se volvía demasiado predecible ¿Por qué él debía ser diferente?

Despegó su espalda de la pared en la que había estado reclinado hasta hace un momento y caminó con lentitud hasta el barandal desde donde obtendría una mejor visión de aquel espectáculo prometedor. El aire frío golpeó su rostro con fuerza por unos instantes, pero luego la calma volvió a aparecer como una mujer esquiva que prefiere hacerse desear antes de entregar todo su potencial. Con su mano izquierda rebuscó en sus bolsillos hasta extraer un cigarrillo y llevárselo a los labios, una simple chispa de su varita bastó para encenderlo y que el humo calara hasta sus pulmones dándole una agradable sensación de embriaguez. Eran las ventajas de ser prefecto, se tenía mayor libertad para acceder a determinados lugares con la única excusa de supervisar que otros no cometieran faltas... cuando el único que buscaba eso era él mismo. Apoyó sus codos sobre la reja que lo separaba de caer en un abismo y exhaló el humo con desinterés quitándose el filtro de la boca.

Un sonido casi imperceptible detrás suyo le indicó que ya no estaba solo pero lejos de molestarse una sonrisa torcida se formó en su rostro.

- ¿También vienes a admirar el paisaje? - le preguntó aún sin voltearse, no le hacía falta para reconocer a la única que lo conocía casi tan bien como Albus, la única que se había ganado el derecho de permanecer cerca de él mientras el resto del mundo se iba derrumbando a sus pies.

Tormenta. Si Dominique tuviera que elegir entre caminar bajo el sol o caminar bajo una tormenta, sin duda su respuesta sería caminar bajo la tormenta. La rubia adoraba sentir el agua caer sobre su rostro y que éste recorriera, cual amante, su cuerpo de una manera suave y reconfortante. La verdad Dominique no perdía ninguna oportunidad de disfrutar de aquel espectáculo y menos cuando lo acompañaban relámpagos reclamando por su atención. Y desde su quinto año que tenía la excusa perfecta para hacerlo. En su pecho llevaba la brillante insignia de Prefecto, lo cual le regalaba un excelente gama de excusas para hacer lo que se le plazca y, disfrutar de privilegios que pocos tenían.

Excusas, que había utilizado para salir de la mazmorra. Con la simple frase de - Hoy me toca hacer ronda - salió de la mazmorras. Lo cierto era que una de sus obligaciones era hacer ronda, pero a ella le había tocado hace dos días, pero eso era algo que su amiga no sabia y lo cual Dominique tampoco se iba dar el tiempo de explicar, no solía gastar saliva de más. Se acomodo de mejor manera su capa antes de encaminarse rumbo a la puerta de roble, no había ningún otro lugar al cual le gustaría estar en aquel momento. Sabía con exactitud que las personas que uno menos quería ver eran aquellas las que se aparecían en los momentos menos indicados. Y aquello sucedió. por una de las esquinas apareció el celador y Dominique se vio en la obligación de cambiar de rumbo, no quería tener problemas con él como la última vez. Bueno, sólo esperaba que su salida no se estropeara.

¡Alto! conocía un lugar donde podía disfrutar de la tormenta. Claro, no sentiría como las gotas de aguas profanaran cada parte visible de su cuerpo pero, si podría verla caer y disfrutar en primera fila el espectáculo. Sin detenerse a pensar demasiado la rubia se dirigía hasta la Torre de Astronomía y como buena chica tenía la excusa perfecta por si encontraba algún profesor en el camino.

Una vez que estuvo frente a la puerta, un extraño olor llego a sus fosas nasales. Sonrió, tal vez no había sido mala idea haber dejado atrás la salida a los terrenos. Se adentro en el lugar, distinguió una cabellera rubia. Y no era cualquier cabellera rubia. Dominique sabía exactamente de quien se trataba, no había necesidad de verlo de frente, podía tenerlo a kilómetros de ella y, aún así sabría que se trataba de Scorpius Hyperon Malfoy. La rubia cerró la puerta tras de sí y mientras se acercaba al rubio contesto a su pregunta - Es imposible no hacerlo y menos cuando me llama tam fervientemente - dijo sin más. Se coloco a un costado de él y sintió una fuerte brisa jugar con sus dorados cabellos, al parecer su rubio amigo se estaba aprovechando de sus privilegios como prefecto, al igual que ella.- Sabes que aquel dulce manjar hace mal para tus pulmones -dijo sin más, refiriéndose a su cigarrillo, giró su rostro justo en el momento que un rayo surcaba los cielos e iba a dar a los más profundo del bosque prohibido.

Su sonrisa se amplió al escuchar aquella respuesta pero se limitó a bajar su rostro para observar como el cigarrillo se iba consumiendo con lentitud entre sus dedos. Si alguien se preguntaba el motivo de que ellos se llevaran tan bien podían tener un claro indicio en las palabras que la rubia acababa de pronunciar. En un principio había tenido la certeza de que pasar por alto el apellido de Albus era demasiado para él, pero pronto se sorprendió haciendo lo mismo con Dominique. Él no pecaría de la misma arrogancia de aquellos que se limitaban a señalarlo con el dedo solo porque su padre había sido un mortífago, solo por ser un Malfoy.

Ladeó la cabeza hasta que tuvo una clara perspectiva del rostro de su compañera de casa y la observo con detenimiento dando una nueva calada a su cigarrillo. Por un breve instante sus facciones se vieron iluminadas por un rayo distante revelando sus delicados rasgos, los mismos que junto con las curvas que ahora llevaba cubiertas con la capa del colegio lograban llamar la atención de varios alumnos del sexo masculino y la envidia entre sus compañeras. Soltó con cierta burla el humo hacia ella pero el viento le impidió que lograra por completo su cometido.

- Y tu sabes que a ninguno de los dos nos toca patrullar esta noche... y sin embargo aquí estamos - le respondió, sin embargo apagó lo que quedaba del cigarrillo contra la baranda y luego lo arrojó a la oscuridad de la noche.

El característico olor a lluvia comenzaba a adquirir intensidad y si se prestaba la suficiente atención se podía sentir pequeñas gotas de lluvia impactar sobre la tela de sus ropas y dejar huellas casi invisibles sobre el suelo expuesto donde se encontraban de pie. Scorpius cambió de posición esta vez recargando el peso sobre uno de sus brazos, de tal forma que el perfil de Dominique fuera su vista principal. A diferencia de ella, el prefecto había optado por llevar solo su camisa y la corbata ligeramente desanudada en lugar de su uniforme completo haciendo que sintiera con mayor intensidad el cambio brusco de temperatura. Le gustaba el frío.

- ¿Cómo es que escapaste de tu séquito de súbditas? - ironizó levantando una ceja - A veces tengo la impresión de que ellas conocen mejor tus horarios que yo y no es una sensación demasiado agradable.

Mucho era lo que Dominique había escuchado con respecto al apellido Malfoy y mucho más era lo que había escuchado de las constantes disputas entre sus tíos y quien conocía como Draco Malfoy, un nombre que a decir verdad podía provocar varías sensaciones al ser escuchado o pronunciado como otros tantos que conocía muy bien. Weasley + Malfoy= problemas o por lo menos eso era lo que ocurría desde hace tantos años atrás cada vez que se realizaba aquella operación matemática. Era lo que siempre le habían repetido. Pero las cosas son distintas cuando es uno el que comparte con quien dicen debería ser tu enemigo.

Mantuvo por un buen rato más la mirada puesta en el lugar donde había caído el rayo y donde seguro causo más de una revuelo entre las distintas clases de criaturas que habitaban ese bosque, en donde había tenido la dicha de estar más de una vez. Con la ayuda de sus delicadas manos tomo su cabello y lo puso sobre su hombro derecho, dejando de esa manera parte de su cuello visible. La verdad es que buscaba poder aminorar un poco el olor que se podría impregnar en su pelo por culpa del humo del cigarrillo, aunque estaba segura que eso estaba muy lejos de ocurrir gracias a la ventisca que poco a poco comenzaba a tomar fuerza. Dominique en más de una ocasión había tenido entre sus labios un colilla de cigarrillo y debía admitir que sentirlo en su boca provocaba algo placentero, pero a su vez odiaba su olor y por sobre todas las cosas el olor impregnado en su cuerpo. ¿Extraño? más bien era algo complicado, una chica complicada, nadie dijo que las mujeres no sean complicadas, y Dominique muchas veces se pasaba en extremo de complicada.

Con un simple movimiento de manos la rubia intento disipar el humo del cigarrillo aunque mucho no alcanzo ni siquiera a rozarle. - Existen privilegios que uno no puede pasar por alto y menos cuando te lo han entregado en bandeja de plata - encogió los hombros. - Quizás este predestinado pasar una noche de tormentas juntos, rubito. El destino lo quiere así - Comento con un poco de burla, hizo con sus manos un signo de comillas al decir destino. Creía en esas cosas hasta por ahí.

No pudo evitar soltar una sonrisa ante su comentario. - Me alegra saber que puedes equivocarte, señorito Malfoy – dijo la rubia. Paso una de sus manos por su cuello al sentir las escurridizas gotas por su piel, ellas eran las únicas que se atrevían a tocarla sin su consentimiento, la rubia no le daba ese privilegio a cualquiera. - Ten por seguro que mis horarios de rondas son lo que menos saben, así no las tengo como abejas pegadas a la miel y puedo ocupar ese tiempo en algo provechoso. Así que puedes sentirte privilegiado al ser el único que conoce mis horarios de rondas - dijo. Volteo su rostro hacia el rubio y fue en ese momento donde se dio cuenta la forma en la que andaba vestido y claro, no podía pasar por alto lo bien que le estaba quedando la camisa con las pequeñas gotas que se atrevían a tocar lo que no debían. - En todo caso, también resulta extraño no verte pegado a Albus - agrego.

Levantó las cejas con sorpresa ante el diminutivo que ella utilizó para referirse a él y por un instante dudó entre molestarse o reír por tal ocurrencia. Optó por la última opción mientras negaba con la cabeza pasándose una mano por el cuello, demostrando por primera vez en la noche parte de su cansancio. El motivo de su presencia en la torre no era simplemente por el capricho de observar una tormenta, había visto muchas en su vida y aunque jamás se cansaría de hacerlo esa noche también buscaba algo de paz. Irónicamente esperaba encontrarla en la destrucción que aquella tempestad podía causar.

El ambiente en el colegio comenzaba a volverse más hostil que de costumbre, no podía decir que lo había tomado por sorpresa porque de hecho así lo esperaba pero tener a cientos de ojos desconfiados pegados a su espalda le otorgaba una carga adicional que amenazaba con hacerle perder la paciencia. Le hacían recordar a sus primeros años en Hogwarts, solo que esta vez podía manejar con mayor maestría su máscara de indiferencia aunque el rencor también había aumentado con los años.

- No vuelvas a llamarme así Dominique - replicó con algunas notas de humor en su voz pero mirándola fijamente - Ni "rubito" ni "señorito"... sé que puedes decirme de una manera más ingeniosa que esa - extendió su mano hacia el rostro de la prefecta y le apartó un mechón de su cabello para dejarlo tras su oreja, luego volvió a centrar su atención en la tormenta.

Desde la altura en la que se encontraban daba la sensación de estar a un paso de las nubes cargadas de lluvia, considerablemente más expuestos que si estuvieran más cercanos al suelo de los terrenos pero con mayor libertad para dominar todo lo que había a sus pies.

Poder. La idea brilló en la mente de Scorpius al mismo tiempo que un nuevo relámpago iluminó el cielo convirtiéndolo en día por unos breves segundos. No mentiría, le gustaba demasiado el respeto que su sola presencia infundía en los demás, esa mezcla de curiosidad y temor que se había ganado gracias a su propia reputación desde el mismo momento en que fue seleccionado para la casa de Slytherin. Pero aquello era solo el comienzo, planeaba volver a darle el honor que su apellido había perdido por las imprudencias de su padre, conseguir que todos aquellos que se habían burlado de su suerte y vanagloriado de su derrota pagaran las consecuencias de sus actos.

- Albus tiene sus propios asuntos de los que ocuparse ahora y yo necesitaba ordenar mis ideas - admitió dejando escapar con fuerza el aire de sus pulmones - esto ni siquiera ha comenzado y ya hay gente murmurando en los pasillos lo poco confiable que son los sangre puras... como si esto solo se debiera a un simple problema de linaje ¿Cómo pueden ser tan necios?

Cerró los ojos por un momento y se concentró en retomar su apariencia calmada, al menos ya había exteriorizado parte de aquello que lo había estado molestando los últimos días. La lluvia comenzó a adquirir fuerza intensificando el ritmo regular de las gotas que caían sobre ellos, por lo que en poco tiempo una cortina de agua cubrió a los dos jóvenes por completo. Scorpius dio algunos pasos hacia atrás resguardándose en el techo que se prolongaba desde el aula de astronomía hasta el balcón, adoraba las tormentas pero no era tan descuidado como para engriparse deliberadamente.

- ¿Y tus primos? ¿Siguen empeñados en devolverte al camino de la luz? - le preguntó tendiéndole la mano para que se pusiera a resguardo, sabía que a ella le gustaba mojarse con la lluvia pero no habría sido caballeroso de su parte dejarla simplemente a la intemperie.

Movió la cabeza de un lado a otro ante sus palabras. Dominique sabía que el rubio no aguantaba aquello diminutos tan poco ingeniosos o incluso hasta estúpidos, pero a veces no es malo querer sacarlo un poco de quicio. Solo se limito a sonreír burlonamente como respuesta ante sus palabras, no creía necesario gastar saliva para contestarle y menos cuando no tenía ni la más mínima intención de mostrar algo de arrepentimiento por haberlos dicho. En todo caso, Dominique no se caracterizaba por usar apelativos en las personas, ni a ella misma deja que le digan diminutos, bastaba con Dominique o en su defecto Weasley.

Desde la posición en la que se encontraba se podía distinguir cierta parte de la explanada cerca del lago, algo pequeño de la cabaña del guardabosque y una gran parte del bosque prohibido. Pero en el lugar habitaba una inmensa oscuridad que era solo iluminada en los pequeños momentos en que los rayos aparecían reclamando por atención. Era impresionante como un delgada línea que cae desde lo alto de cielo pueda solo utilizar una inmensa luz y a su vez un fuerte ruido para reclamar atención. Algo que de igual forma lo hacia Dominique, desde pequeña reclamo su presencia en todo lugar y no había sitio en donde no haya dejado su huella.

Sintió como la mano de Scorpius depositaba un mechón de pelo detrás de su oreja. - ¿Ordenar tus ideas? - se atrevió a preguntar la rubia. Giro su rostro hasta posar su verde mirada en los grises del rubio. - No me digas que ahora te bajo el amor por el otro bando y tienes dudas de todo lo que esta ocurriendo. ¿Acaso un par de faldas te pueden hacer cambiar de opinión? a menos que sea alguna otra cosa que atormenta esa cabeza– dijo la rubia. Dominique nunca se había caracterizado por guardarse lo que pensaba y si tenía que decirlo o preguntarlo lo haría sin importar las reacciones que los demás pudieran decir. Ser frontal causo que se ganará a más de un enemigo y la verdad era lo que menos le importaba.

– Algo de eso he escuchado. Para ellos es más fácil creer que es algo tan banal como eso, que darse cuenta lo que verdaderamente sucede a su alrededor. Prefiero no darle mucha más importancia de la que se merecen, relativamente son comentarios de personas que no tienen relevancia en mi vida y no creo que la tengan. – dijo sin más. Volvió su vista hacia el exterior. Deberías aprender a no tomar en serio lo que dicen o por lo menos tomarlos en cuanta dependiendo de quién los haga, Scorpius. – finalizó.

Adoraba la lluvia. Era como una conexión que surgía cada vez que el tiempo distaba de esa manera. Incluso engriparse no era algo que le preocupara. Sabía que una buena poción sería capaz de sobrellevar los síntomas. Pero esta noche sería sin duda la primera en que no quedaría empapada de pies a cabeza. Comenzó a sentir como las gotas comenzaban a caer más estrepitosamente y, como el buen refugio que antes se había convertido el alfeizar de la ventana ya no servía para su cometido, por el contrario en menos de cinco segundo había quedado cubierto de agua. Su instinto sugirió que diera más de un paso atrás y se resguardara, pero su cuerpo le decía lo contrario y su cuerpo no ayudaba mucho.

- ¿Qué hay con ellos? – pregunto mirándolo de reojo. Muchos sabían que ellos seguían manteniendo relación, era algo que de por si tenía que ser así no por nada compartían mucho durante el verano. Pero existían algunos con los que se juntaba muchas veces a conversar y disfrutar de la compañía y, por ilógico que pareciera los temas de lealtades quedaban relegado a segundo plano. Aunque sabía muy bien que algunos de ellos nunca dejarían de buscar una forma de cambiarle la mentalidad. - No te debería importar lo que ellos intenten hacer o no. – dijo la rubia restándole importancia – Te debe quedar más que claro los resultados que ellos pueden estar teniendo, estoy hablando contigo y cada vez más unida a Albus y tú que nunca, si no fuera ese el caso en su defecto no estaría aquí - contesto mientras que con un rápida mirada observo la mano extendida del rubio. Lo pensó por un momento antes de aceptar su mano, era tiempo que dejara la lluvia atrás, que no le permitiera a las gotas llegar más allá. – O acaso, ¿Tan importante soy en tu vida que te preocupa el hecho de que me vaya al otro lado y te deje solo? – pregunto con cierta burla.

Se limitó a sonreír de medio lado ante la posibilidad de que sus objetivos fueran alterados por una mujer... o varias. Si hubiera sido otra persona la que planteaba aquella posibilidad lo habría tomado como una manera sutil de enmascarar sus celos, pero en el caso de Dominique prefería tomarlo simplemente como una broma de mal gusto. Cuando soltó la mano de la rubia llevó las propias a sus bolsillos con aire distraído mientras seguía el camino de algunas gotas que trazaban extraños caminos en el rostro de la prefecta para perderse en su mentón o el escote de su túnica.

- No estaba pensando en mujeres hasta que llegaste - dijo más para sí mismo apartando la mirada con lentitud de su amiga. Era consciente de lo que las malas lenguas decían de él y no precisamente referente a la magia oscura sino a las mujeres con las que lo relacionaban, pero lo cierto era que no se pasaba el día buscando con quién ligar como muchos podían pensar, no a menos que estuviera de muy mal humor y necesitara canalizar su energía. Prefería en cambio que las cosas cayeran por su propio peso, si alguien lograba llamar su atención sin duda pasarían un agradable momento de lo contrario tampoco se enredaba con cualquiera - Me refería a decidir cuál sería el próximo paso, comenzar a probar la lealtad de aquellos que estarán de nuestro lado... ya sabes, a los peones se los mueve primero.

El agua que caía del techo aún salpicaba cerca de sus zapatos y el resultado era una especie de zumbido amortiguado solo interrumpido por los truenos que se rehusaban a ceder terreno en aquella hazaña. La cortina de agua que caía torrencialmente dificultaba la visión de lo que antes había sido un espléndido paisaje abierto a la contemplación haciendo que Scorpius perdiera el interés rápidamente.

- Debo darle importancia a lo que dicen en los pasillos, es la única forma de saber si están captando correctamente el mensaje y hasta que punto su paranoia nos puede favorecer.

Apoyó su espalda en una de las paredes laterales y esta vez la observó con franqueza pero con una intensidad abrumadora. ¿De verdad le estaba preguntando aquello? Le parecía una obviedad responder pero aún así lo hizo tomando aire como quien se dispone a explicarle a un niño por qué el sol sale cada mañana.

- Eres importante para mi, creí que eso estaba claro - Jamás entendería esa necesidad que tenían las mujeres de ser reivindicadas a cada segundo - por eso te quiero cerca, hasta tus primos son conscientes de esto y eso que hay algunos que son bastante poco perceptivos - añadió con sorna.

Se despegó de la pared y acortó la escasa distancia que los separaba, con su dedo índice recorrió el mismo camino de una de las gotas que se deslizaban por la mejilla de Dominique hasta la base de su cuello pero se detuvo antes de seguir más allá.

- No digo que sea tu caso, pero que pases tiempo con nosotros no es una garantía de lealtad. Tu misma sangre esta traicionando a los suyos mientras finge estar con ellos solo para obtener nuestra aprobación - "mi aprobación" la mirada expectante de Lily Potter ocupó fugazmente sus pensamientos - Confío en ti Dominique - aquellas palabras sonaron casi como una sentencia. No solo le estaba dando su voto de confianza, la estaba responsabilizando de mantenerlo.

Sonrió con sorna ante sus dichos. Sabía de algunas de las andanzas de su querido amigo. Bueno, por lo menos de todo lo que se contaba sabía que el cincuenta por ciento era cierto y, el otro no eran más que simples mentiras inventadas por las desesperadas chicas del colegio. – Me alaga saber que soy la única chica que por el momento ocupa tu cabeza, Scorpius – dijo con burla mientras hacía comillas con sus manos al referirse a única. Mantuvo su verdosa mirada puesta en el rubio. Como bien había escuchado por ahí, los ojos fueron hechos para mirar y ella estaba totalmente de acuerdo con esas palabras. Y cuando el espectáculo era de lo más prometedor y gratis, no quedaba de otra que aprovechar. Dominique vio como las pequeñas gotas caían de algunos de los mechones del rubio, lo que sin duda le daba cierto aire seductor.

La rubia asintió con un leve movimiento de cabeza sabía que pronto tenían que comenzar a mover las piezas del ajedrez o acabarían dándole jaque mate a su rey y esa no era la idea. - Hay que hacerlo lo antes posible y evitar de esa forma llenarnos de gente que no sirve. – acotó. - Una forma muy fácil de comprobar su lealtad y si son capaces de cumplir una orden es saber si pueden llegar a lastimar a personas incluso a los que quieren - comento la rubia mientras desviaba su vista y la posaba en la cortina de agua que se veía en el exterior.

Después de una momento agrego. - Para eso no es necesario estar al tanto de todo lo que dicen… basta con ver su comportamiento frente a ciertas personas – se encogió de hombros ante su comentario. –Además, que Albus sea hijo del tío Harry nos da una gran ventaja. Nadie imaginaría que él estaría detrás de todo y, aunque corran a contarle a sus padres ellos no les creerán. –comentó. En algunas de las cartas que recibía de su padre podía afirmar que confiaban en Albus casi ciegamente. Es más le pedían que junto a Albus estuvieran atentos por si ocurría algo o si sabían de alguien, se suponía que ellos estaban en Slytherin y tenían más acceso a esas cosas, pero lo cierto es que nunca le devolvió la carta contándole algo, solo le escribía que todo estaba bien.

Sonrió ante la afirmación del rubio, sabía cual era el puesto que ocupa en él y a veces no estaba mal escuchar decirlo nuevamente solo para poder seguir alimentando algo de su ego. Ella podía imaginarse quienes eran los primos a los que se refería. Pero también sabía que ellos durante una tiempo intentaron de todas las formas separarlas de los que ellos llamaban "víboras" pero nunca consiguieron nada y menos lo harían ahora que cada vez esta más segura de lo que hacía.

Sintió como el dedo índice del rubio hacia el mismo recorrido que una de las escurridizas gotas que se atrevían a caer por su rostro. Sintió como se deslizó por su mejilla hasta llegar a su cuello. Dominique en ningún momento tuvo la intención de detenerlo. Quizás, por la simple razón que el rubio era uno de los pocos, por no decir el único, que podía tocar a la rubia sin morir en el intento.

Escucho las palabras de Scorpius y no pudo evitar que a su mente se viniera la imagen de su hermano menor, Louis y claro la pequeña Potter. Su hermano a diferencia de Victorie y ella había ido a caer en otra casa pero con todo lo que ha sucedido ha servido como espía y, como bien decía el rubio estaba traicionando algunos de su sangre. – Se muy bien lo que pasa con los de mi sangre y solo conozco de una que necesita comprobar todo lo que hace y lo que no – dijo refiriéndose a la menor de los Potter, no podía decir que confiaba totalmente en ella, sabía de la admiración que profesaba a sus hermanos y Dominique no se atrevía asegurar a quién le daría toda su lealtad.

Sonrió de costado ante las palabras del rubio. Sabía que tenía la confianza del rubio y él la de ella, por lo menos desde que comenzaron a relacionarse y, habían pasado a formar parte de ese círculo cerrado donde quienes entraban eran escogidos con pinzas. Levanto su delgada mano y la llevo hasta la corbata del rubio para comenzar a jugar con ella. – Lo tengo más que claro Scorpius y sabes que yo también confió en ti– concluyo.

La observó en silencio unos segundos más cuando sintió aquellas manos pequeñas enredarse en su corbata. Dominique siempre le había recordado a un felino, sus enormes ojos hipnóticos, el caminar sinuoso, los gestos delicados pero bien definidos y sobre todo esa habilidad de mostrar sus afiladas garras en el momento más oportuno cuando el resto parecía haber bajado la guardia. Por fin, una sonrisa de medio lado se formó en su rostro y su mano que se había congelado volvió a la vida descendiendo hasta el escote de la chica.

Compartía en muchos aspectos el punto de vista de la slytherin pero también difería en muchos otros. Sin embargo, ella se había ganado el respeto al que solo unos pocos podían aspirar con Scorpius y por eso se mostraba dispuesto a escuchar sus ideas en lugar de ignorarla olímpicamente como habría hecho con cualquier otro.

- Me agrada tu idea - sus dedos se detuvieron en el primer botón de la túnica donde se tomaron su tiempo para desabrocharlo - sin duda sería muy efectiva pero podría espantar a algunas piezas que lamentablemente todavía nos pueden ser útiles, pienso que va siendo hora de que invierta más tiempo con Potter por ejemplo - el segundo botón también fue liberado - nunca parece demasiado segura de nada.

Sus ojos dejaron de apreciar los verdes de ella para descender hasta sus labios, tan apetecibles como los recordaba y continuaron su recorrido hasta las partes de su cuerpo que se iban revelando debajo de la túnica humedecida por la lluvia. Rozaba deliberadamente cada curva que encontraba en su trayecto hasta que el último broche fue abierto, entonces elevó sus manos a la altura de la joven que tenía en frente y acariciando sus hombros la liberó de aquella pesada carga de tela mojada. Pocas veces se sentía mas aliviado que en ese momento de no compartir con ella ni con ninguna Weasley algún vínculo sanguíneo. No era sencillo concentrarse en cabelleras pelirrojas con una visión tan agradable justo en frente.

- ¿Qué me dices de tu hermano? ¿Él pasaría la prueba? - no hizo ningún movimiento nuevo pero tampoco se apartó quedando a una escasa distancia de ella, e inclinó su rostro hacia abajo para que los ojos de ambos pudieran encontrarse nuevamente - un recuento de aliados, eso es lo que nos hace falta saber... cuantos hay por cada casa. Tengo entendido que en los tiempos de nuestros padres se hacían pintadas con sangre, no es que me parezca lo más original pero rememorar antiguos recuerdos podría ser conveniente. Si ellos no lo asocian seguro sus padres sí... ¿O tienes algo más interesante en mente en este momento? -terminó la pregunta casi como un susurro en el oído de Dominique y sus manos no tardaron en acomodarse en la curva de las caderas de la rubia.

Una sonrisa fue lo que surgió de sus labios ante sus palabras. Sin duda Scorpius era el único con la capacidad de desestabilizarla. Con un solo movimiento de sus manos logro desanudar la corbata del rubio, aquella que vestían todos los alumnos de la casa de Salazar, verde y plata. Jugó con ella un momento entre sus manos antes de dejarla a un costado. Acciones como éstas demostraban la casi buena sincronización que podían llegar a tener ambas serpientes. Tal vez se conocían demasiado para saber cuándo atacar al otro y cómo hacerlo o simplemente en cada uno de sus encuentros las cosas se daban de esa manera. Pero había algo de lo que estaba segura, nunca desperdiciaría un momento –ya sea hablando o divirtiéndose- con el heredero de Draco Malfoy.

Asintió con un movimiento de cabeza a lo que dijo. Era cierto, había que comprobar de qué lado estaban las lealtades de cada uno que se decía estar con nosotros pero, también había muchos que pueden ser de gran ayuda por el momento. - Y nunca lo será. La verdad yo no confió para nada en la pequeña de los Potter. Sé qué es la hermana de Albus y que por esa razón la quiera cerca de él, pero no estoy segura a quien podría darle más adelante su fidelidad y menos si se ve metida en algún aprieto. No, en definitiva no confío en ella – Y era totalmente cierto, no tenía nada en contra de la pequeña pelirroja pero había cosas que servían de mucho para que ella tuviera sus dudas, su prima no era muchas veces lo que aparentaba ser.

Sentía como cada broche de su capa era liberado de esa opresión en la que se habían convertido. Era impresionante como muchas prendas de ropa servían de mucha ayuda en ciertas ocasiones, pero como en otras se comportaban como un completo estorbo. Sintió como manos osaban con profanar cada parte de su cuerpo que todavía se encontraba resguardada. Sin esperar autorización se acerco un poco más, teniendo ciertos cuidado que su pierna rozara la del rubio, llevo sus manos al cuello de la camisa del chico, paso sus manos por sus hombros y la bajo tocando su pecho. Sin duda la lluvia si había hecho grandes estragos, lo que le permitía apreciar como su camisa se pegaba a su pecho, casi como si fuera una segunda piel y digamos que la vista no era para nada mala. Por fin su capa había sido liberada y cuando se vio libre de su abrigo, era posible darse cuenta que la lluvia había sido capaz de llegar incluso a empapar su blusa en algunos sitios.

- Espero que sí. El como los otros tendría que probarse y si no lo supera lamentablemente tendremos que decidir – Sabia que su hermano hasta el momento había hecho mucho por intentar tener buena relación con las serpientes y más con las personas que pertenecían a ese círculo que pocos conocían. Lamentablemente le toco ser de otra casa. - Cierto, algo he escuchado de eso. Y hacerlos en algunos lugares específicos puede ayudar un poco más ¿No crees? –

Se separo lo suficiente de él para aprovechar que él tenía la cabeza gacha y quedar de esa manera a escasos milímetros de sus labios, se podía sentir fácilmente la respiración del otro. - Siempre hay cosas más interesantes que hacer en momentos como estos - susurro sobre sus labios, levanto sus brazos y las puso detrás de la nuca del rubio y comenzó a jugar con algunos mechones mientras cada cierto segundo rozaba delicadamente sus uñas en el cuello de Scorpius.