Prácticas ilegales {Libre}

Clases, clases y más clases. Eso era todo lo que inundaba mi mente y ya estaba completamente hasta la madre, hablando vulgar y rápido. No era de las chicas que solían quedarse hablando de chicos todo el día en la sala común, sinceramente ese tipo de cosas me desesperaban ¿Para qué mis compañeras necesitaban saber lo que pensaba de otros chicos? En lo primero que pensé fue en salir a los jardines a tomar el aire pero eso sería algo así como un poco a cliché y tampoco quería estar junto con toda la bola de estudiantes que había visto cuando pretendía salir. Algo que me sorprendió fue ver una gran cantidad de alumnos Slytherin en los jardines lo que me decía que era buen momento para conocer las mazmorras. Si conocerlas. En todo el tiempo que había pasado en el castillo siempre me dio un poco de guru pasarme por ese lugar sobre todo porque no paraban de repetirme que usualmente los alumnos de Slytherin no se mezclaban mucho con los de Gryffindor. Ahora era el momento perfecto para saber que más había allí abajo además del aula de pociones. Tomé la escalera que bajaba hasta perderme en los fríos y oscuros pasillos de las mazmorras donde las ventanas escaseaban y las paredes cada vez parecían más negras. No podía negarlo ese lugar tenía toda la pinta de una película de terror y extrañamente comenzaba a sentirme en una. No sé si por el frio viento que recorría mis pies, la oscuridad de la cual las antorchas no se podían librar. Salté como gatito asustado cuando el sonido de madera volando por todas partes me tomó por sorpresa y de manera muy rápida saqué mi varita para apuntar al lugar del que procedía el ruido aunque evidentemente no había nadie delante de mí. Claro ahora no me iba a detener.

Caminaba por el pasillo lo más silenciosa que podía al mismo tiempo que intentaba ser rápida para que el lugar del que hubiera venido el sonido no se me escapara. Llegó un momento en el que pensé que estaba caminando en vano pues ya no escuchaba nada más que las antorchas quemándose. A mi derecha había una puerta, justo cuando estaba decidida a dar media vuelta y volver arriba lo escuché, era la voz de un chico. Sabía que se trataba de un chico pero sus palabras fueron lo que más me llamaron la atención, quería saber qué es lo que iba a cambiar y porqué parecía tan importante para él. No iba a dejar escapar esa oportunidad. Tomé la puerta y la empujé con delicadeza, no quería espantar al chico que había dentro de la sala.

¿Qué es lo que va a cambiar? – le pregunté sin más entrando desenfadada pero con la varita un poco apretada, por si acaso

El chico se mofaba de mi inteligencia, menudo engreído me había ido a encontrar, claro estaba en las mazmorras no podía esperar nada más que eso. Suspiré mientras sonreía ante su comentario la verdad es que usualmente no me atrevería pero ya estaba aquí y no iba a dar media vuelta y olvidar el sonido de la explosión, quería explicaciones, sea como fuera las conseguiría. Yo y mi obstinada fascinación por los problemas me llevarían muy lejos, posiblemente de regreso a mi casa o al cementerio pero de momento lo que me importaba era la emoción del momento. Sentía que mi corazón comenzaba a latir muy fuerte cuando vi que el chico tenía su varita desenfundada y aunque no había nada que pareciera haber volado en mil pedazos estaba segura de que este era el lugar del que había venido la explosión.

Oh claro, de pronto va a pasar de estar soleado a nublado en menos de un segundo – le dije con sarcasmo y un gesto claramente reprobatorio, estaba en guardia esperando cualquier movimiento para defenderme y contraatacar – sinceramente no sé porque los de mi casa le tienen tanto miedo a este lugar, es verdad que está infestado de algunos alumnos no tan agradables pero tampoco es para tanto, siempre he creído que perro que ladra no muerde. ¿Ahora me dirás la verdad o seguirás ocultándote cobardemente en tu ironía?

Tomé una gran bocanada de aire muy despacio tratando de hacer que no se notara pues esto comenzaba a ponerse bastante tenso para mí y no quería hacer notar que me ponía nerviosa. Las manos comenzaban a hormiguearme cosa que solamente pasaba en contadas ocasiones eso significaba que de verdad me había aumentado el pulso y de alguna manera me sentía tan viva. Amaba los problemas. Me giré por una milésima de segundo a revisar la puerta que había dejado abierta, luego volví a dirigir mi mirada al rubio que no conocía. Con el pie izquierdo empujé la puerta para que se cerrara, claro sin dejar de observar al Slytherin. Pude ver la insignia de prefecto en su túnica, al lado de su escudo de casa. Ahora si que te has buscado un rival con poder, bien por ti Anie. Cuando volvió a hablar señalando mi varita me tensé un poco más el también estaba esperando que la ocupara y con justa razón, usualmente cuando dos de nuestra casa se encontraban a solas terminaban así, yo misma había terminado así en un par de ocasiones. Pero esta vez era diferente él era un chico con poder y sobre todo más grande con algunos hechizos de más que yo no conocía. Me daba lo mismo si tenía que pelear pelearía.

Aún no he tomado la decisión de ocuparla o no, todavía no estoy muy segura – le dije mientras me ponía lo más recta posible tomando una posición que diera a entender que no me dejaría intimidar fácilmente con su tono de desafío – y no me llames rubita, para ti soy Sophia o Anastasia. Como más te agrade me da igual.

Comenzaba a confundirme, el chico o de verdad era un muy buen actor o tenía severos problemas con sus códigos de conducta. Hablaba de hospitalidad cuando en realidad ni había intentado ser cálido como un buen anfitrión. Mis ojos que clavaron en los suyos, tenía una mirada completamente incrédula ante sus palabras... Al menos hasta que abrió la boca para decirme mal educada. Tenía razón en que en esos momentos no me había presentado como se suponía que una señorita de mi categoría debería hacerlo pero siendo sinceros y tratándose se de mí nunca haría tal cosa. Me volví más rígida por que comenzaba a sentirme atacada pero estaba bien, podía con esto.

Oh, lo siento es que creo que mis modales se los llevó el ruido de la explosión - dije rodando los ojos para luego volver a dirigir mi mirada hacia el chico esperando que no aprovechara el momento - y ¿Se supone que tu me vas a enseñar?

Bien, esto comenzaba a volverse pesado y tenía la pared a mi espalda. El chico parecía no moverse pero yo no aguantaría poco tiempo así que con movimientos lentos, como si estuviera tratando con un animal salvaje que a cualquier señal de movimiento ataca, me recargué en la pared la cual aplastó mis cabellos. Sentía como sus piernas dejaban de estar tan tensas al compartir el peso de su cuerpo con la pared, solté un poco de aire mientras intentaba relajar mi respiración lo más posible y controlarla para que no se notara mi pequeño nerviosismo.

Es verdad que no tendrías por qué contarme, pero mi curiosidad no te dejará tranquilo - le contesté lo más tranquila que pude mientras ordenaba las ideas en mi cabeza. Solté una carcajada que no pude evitar cuando señaló su insignia de prefecto, a mi parecer insignificante - puedes intentar bajarme todos los puntos que quieras, o llamar a mi Jefa de casa, si quieres hasta la directora, pero seguiré... - me detuve al darme cuenta que no tenía la apalabra en la boca y solté una pequeña risa por quedarme sin palabras - seguiré hostigandote hasta obtener una respuesta.

Negué con la cabeza cuando me aconsejó que guardara la varita, la verdad es que no pensaba que como se estaban dando las cosas hubiera un enfrentamiento con hechizos pero aún así no era nada tonta y pese a lo que alardeara de su potencial en los duelos. Lo único que hice con mi varita fue apuntar con ella un poco más abajo, tal vez al piso o a su entrepierna, no estaba tan segura del lugar. Seguía mirando al rubio fijamente.

Straford - le contesté mientras apretaba mis dientes - te crees mucho y me haces un poco de menos, pese a lo que puedas creer puedo ofrecer tanta pelea como yo quiera aunque no intento alardear de eso, no lo necesito. Y sería una intrusa si me encontrara en tu sala común, este sigue siendo un lugar público en el castillo, cualquiera puede venir, que no lo hagan muchos no significa que seamos intrusos cuando venimos. Y hablando de modales ¿No se supone que primero se ofrece el nombre con apellido y luego se pide el nombre de tu acompañante?